martes, 28 de junio de 2011

Fundamentalismo y estado

Fue a comienzos del siglo XX que surgieron distintos movimientos islámicos como reacción a la modernización y occidentalización de su cultura y también como resistencia al colonialismo. La prédica del retorno al esplendor y poder de la civilización islámica se confundió con la convicción de que el declive de ésta había sido motivado en el abandono de las viejas costumbres. La tendencia restauradora minoritaria fue la reformista o "evolucionista", conocida como salafiyya, que considera que la sharia (código normativo islámico) debe ser interpretada y adaptada de acuerdo a la coyuntura contemporánea a través del esfuerzo de interpretación o idjtihad. La tendencia mayoritaria, conocida como conservadora o "fundamentalista", aboga por el retorno a las raíces del Islam y rechaza la interpretación de la sharia, normativa que debe aplicarse, según esta tendencia, de forma literal.

Distintos grupos islamistas abogan por la creación de un estado islámico, si bien difieren tanto en las estructuras que deberían conformar el mismo como también en las estrategias para alcanzarlos. Hay grupos que abogan por la violencia y entienden, asimismo, que la sharia tiene que ser impuesta verticalmente, desde la cúspide del poder a toda la sociedad. Hay otros que han entendido que es preciso esperar para que gradualmente la sociedad se islamice. Algunos grupos están abiertos al diálogo político, otros rechazan todo compromiso con los regímenes de los respectivos países.

Una reacción de doble filo respecto a la secularización es apreciable dentro de la religión judía. De hecho, la fundación del Estado de Israel fue amparada en una ideología secular, el sionismo, que viera origen en el siglo XIX y se cimentara en el libro de Teodoro Herzl, El Estado Judío. Además de abogar por un estado propio para los judíos, el sionismo procuró asimilarlos culturalmente a los europeos "gentiles"
(es decir, aquellos que no participan de la fe judaica). Tanto en Israel como en las comunidades judías de la diáspora, existen grupos nacionalistas-religiosos y también los hay que consideran el Estado de Israel como una nueva diáspora, cuando no plena usurpación, y predican el quietismo, ya que la "verdadera" tierra de Israel será otorgada recién tras el advenimiento del Mesías. Junto a las Tablas de la Ley del Antiguo Testamento, el Talmud es el código sacro del cual buena parte de los fundamentalistas judíos extraen las normas que rigen sus vidas.

Pero es indisputable que, si bien algunos de estos grupos en las tres religiones abrahámicas reivindican la literalidad de los textos sagrados, esta misma ya está marcada por la interpretación. Interpretaciones son, en sí mismas, las distintas
traducciones que han hecho al protestantismo (que se escindió del catolicismo reivindicando la libre interpretación) y también las de los mismos mulahs que reivindican la literalidad del Corán, este sí, texto que no admite autoridad de traducciones. Si bien dentro del fundamentalismo judío hay literalistas, hay también quienes han buscado un segundo significado a estos textos para justificar la colonización de Palestina.

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